El jardín de las celicias

El jardín de las celicias
Con todas estas recetas intento que la infancia de mis hijas, especialmente la de Almudena, sea un poquito más feliz.

viernes, 13 de septiembre de 2019

TORTITAS CON FRUTAS DEL BOSQUE





¿Queréis una merienda sana y rica para niños y no tan niños? Pues aquí está. Mi amiga Itziar me pasó esta receta y desde entonces alegro algunas tardes de mis hijas con ella. Se hacen rápido, ¡y lo mejor es que están buenísimas! Yo sería capaz de comerme todas las de la foto de una sentada. Son unas tortitas con harina de avena y frutos del bosque en su interior, lo que les da un punto muy especial. 
La masa no es muy espesa, por lo que necesitaréis un utensilio especial o una máquina de tortitas para que no se extiendan demasiado en la sartén. ¡Pero con un poco de destreza tampoco es imprescindible! Os digo esto porque no es una masa como la de las tortitas de plátano y coco, que debido a su densidad aguanta la forma según cae en la sartén.

INGREDIENTES: (para 4 personas, unas 8 tortitas)

- 300g de leche
- 2 huevos (que pueden sustituirse por plátanos si tenéis alguno muy maduro por la nevera)
- 1 cucharadita de extracto de vainilla o media vaina 
- 120g de harina de arroz
- 100g de hrina de avena (recordad que tiene que estar certificada sin gluten)
- 40g de harina de trigo sarraceno
- 2 cucharaditas de levadura química
- Mantequilla para engrasar
- Arándanos, moras, fresas, frambuesas... en trocitos.

PREPARACIÓN:

Tan sencillo como batir todos los ingredientes excepto la fruta en trocitos con una túrmix. Cuando la mezcla esté homogénea, añadimos los trocitos y removemos con una espátula para que no se hagan puré (aunque es otra opción, encontrarse los trocitos de fruta es un plus).
Calentamos bien la sartén o máquina de tortitas y engrasamos con mantequilla. 
Añadimos una pequeña parte de la masa a la sartén. Esperamos a que salgan burbujas en su superficie y entonces le damos la vuelta a la tortita.





Yo utilizo esta de hierro fundido que me regaló mi hermana pequeña. Me encanta, quedan muy bien.
Tras darles la vuelta a las tortitas, esperaremos unos segundos, un minuto como mucho, para sacar de la sartén. De esta manera obtendremos un interior muy jugoso. Si las dejamos mucho tiempo se secarán demasiado, y no estarán tan apetecibles.

Podemos servirlas acompañadas de azúcar glass, helado, miel, Nutella (nada sana) o cualquier otra cosa que se nos ocurra. Éstas las hice sin sartén especial, en casa de mis padres, y aunque no quedaron perfectas, ¡con la decoración fue suficiente para que entraran por los ojos!



¡Vivan las meriendas sanas y diferentes! ¡Gracias Itziar!


CORBATAS DE UNQUERA


La riqueza de la repostería española es infinita. Allá donde lleguen nuestros pies, hay un dulce típico. Pero por desgracia, la harina de trigo es siempre la protagonista.
La receta de hoy es típica de Cantabria, más concretamente del pueblo de Unquera, situado entre San Vicente de la Barquera y Llanes. Pero lo cierto es que en cualquier rincón de esta comunidad pueden degustarse.
La base es de hojaldre, que si bien queda mucho más sabroso si es casero, hoy en día podemos encontrar hojaldre sin gluten casi en cualquier gran superficie, con una calidad aceptable.
Así que no me lo pensé y decidí hacer en casa unas corbatas para que Almudena, mi hija mayor y celíaca, pudiese degustar aquello que nosotros habíamos probado hace años, y que volvió a mi casa en forma de regalo hace unas pocas semanas. No me parecía ético que yo pudiese disfrutarlas y mi hija no. El resultado fue todo un éxito, a todos nos encanto su sabor y lo parecidas que resultan con las originales.

INGREDIENTES:

- Una lámina de hojaldre sin gluten. Mucho mejor si es cuadrada, pero como solo conozco una marca y es congelada, creé también unas mini palmeritas de aprovechamiento para no tirar nada, ¡que menudo precio tienen los productos sin gluten!
- 1 clara de huevo
- 100g aprox. de azúcar glass
- Un chorrito de zumo de limón
- Almendra en crocanti (de venta en Mercadona, etiquetada sin gluten)
- Azúcar normal si decidís aprovechar también los recortes para hacer palmeritas.


PREPARACIÓN: 

Lo primero de todo es preparar la glasa, la esencia real de la receta.
Ponemos la clara de huevo en un bol y vamos añadiendo el azúcar glass mientras batimos con un tenedor hasta lograr una mezcla espesa y brillante, que será de color blanco. Añadimos el limón que no hará sino estabilizar esa clara y seguimos batiendo. Para que os hagáis una idea de cómo debe ser, os diré quesu textura recuerda ciertamente a la cola blanca de los carpinteros. Es más o menos así:



Quizá necesitéis añadir mas azúcar glass si el huevo era muy grande, o más zumo de limón si era demasiado pequeña. Es importante que tenga la consistencia adecuada para que se mantenga en su sitio a la hora de utilizarla. Cuando la tengamos lista, la reservamos en el frigorífico hasta el momento de su utilización.
Comenzaremos entonces a trabajar el hojaldre. Dividimos la masa en varias partes. Yo quise hacerlas pequeñas porque el principal propósito era que se las comiese la niña, pero podéis hacerlas más grandes si así lo deseáis. Me salieron 10. Me sobró glasa como para otra tanda más o menos. Os recomiendo que os ayudéis de una rueda de las de cortar la pizza, facilita mucho el trabajo.






Como os anunciaba antes, los bordes redondeados serán utilizados más tarde para hacer palmeritas, así que los apartamos.
Vamos tomando porciones de masa y las "retorcemos" sobre sí mismas, simulando una "pajarita", colocándolas sobre papel de horno.




Quizás éste sea el paso más complicado porque, como la mayoría de las masas sin gluten, el hojaldre es delicado y puede llegar a romperse. Tomaos vuestro tiempo en hacer este paso. Con paciencia, se consigue que la masa no se rompa.
En este momento sacamos la glasa del frigorífico y pintamos los extremos de las pajaritas, formando un cuadrado en cada uno de ellos. Añadimos a continuación unas almendras en crocanti sobre la glasa.





Leí en algunas recetas que hay personas que utilizan la yema del huevo para pintar el centro de las corbatas .Pero es cierto que las originales no llevan ese brillo. Lo dejo a vuestra elección.
Horneamos a 190ºC en el horno que habremos precalentado al menos a 225ºC, con calor arriba y abao. De esta manera obtendremos una glasa dorada y un hojaldre crujiente y también dorado. Si se dora demasiado la glasa y veis que el hojaldre aún no está cocido, cambiad el calor solo a la parte de abajo del horno. Requerirán unos 12-15 minutos de cocción. Cuando estén listas, sacamos del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla.

Para preparar las palmeritas, simplemente cubrimos el trozo de hojaldre con azúcar blanco y enrollamos desde los dos extremos hacia el centro, para después cortarlo en 2 ó más trozos, según si nos gustan finitas o más gruesas.







El corte se coloca hacia arriba para que queden más bonitas. Las niñas no me dejaron tiempo para poner la foto de las palmeritas horneadas, pero creo que os podéis hacer una idea de cómo quedaron. Es una estupenda forma de aprovechar los recortes.

Espero que os animéis a hacer esta receta que no entraña ninguna complicación. Porque están muy ricas, y porque es algo que con un mínimo de trabajo puede estar al alcance de cualquier celíaco.





¡Hasta la próxima!


 









FARINATA GENOVESA


El plato de hoy es probable que no lo hayáis probado nunca. Es un plato típico de La Liguria, la zona norte de Italia. También lo es de La Toscana (Pisa y Livorno). Y no podía faltar en este blog porque, además de estar riquísimo, es una receta sin gluten por naturaleza. Su ingrediente principal es la harina de garbanzos.
Conocimos la Farinata el año pasado durante nuestra estancia en Génova, ciudad de la que es originaria. Este año, en nuestro paso por Pisa, Verona, Bolonia e incluso en la Cinque Terre pudimos volver a disfrutarla. Y quise reproducirla en casa para poder comerla cada vez que nos diese el antojo.
Es una de estas recetas con historia, de las que a mí me gustan. Si no te apetece leerla, ve directamente a los ingredientes. Pero su origen es tan curioso, que creo que merece la pena contarlo. 
En Italia se la conoce como Farinata, Fainâ (en ligur), Cecina o Torta di ceci. Éste último nombre es el que mejor la define, puesto que ceci significa garbanzo. Y la farinata no es más que eso, una torta de garbanzo. Su textura es blanda, nada tiene que ver con la pizza ni con la focaccia puesto que es mucho más húmeda y jugosa, no es pan. Compararía su textura con la de una quesada, para que os hagáis una idea. En cualquier caso, creo que lo mejor que podéis hacer es probarla. Su elaboración no tiene complicación ninguna, tan solo requiere cierta previsión. Si compráis pesto ya hecho (el de Mercadona es sin gluten y da el pego) no trabajaréis apenas  y podréis disfrutarla sin complicaciones de la que a mí me parece la mejor manera.
Cuenta la leyenda que en 1284, cuando Génova ganó la batalla de Meloria contra Pisa, su ejército encontró una gran tormenta que hizo que perdieran a parte de la tripulación, además de que hizo que entrase agua en la bodega. Los barriles de aceite y garbanzos se mojaron con el agua salada. Se creó así una papilla que no podían permitirse tirar, puesto que era de la poca comida que les quedaba.
Algunos marineros rechazaron comerlo por su aspecto, y allí quedó, expuesto al sol. Pero pasados unos días el hambre pudo más que nada y tuvieron que probarlo. El sol había secado la pasta y había creado una corteza dorada y de sabor muy agradable. Tanto les gustó que al llegar a casa decidieron recrearla y cocerla en el horno. Y así nació la farinata.

INGREDIENTES:

- 300g de harina de garbazos
- 900 ml de agua
- Un chorro de AOVE
- Sal al gusto
 ...Y nada más!

PREPARACIÓN: 

Ponemos la harina en un bol y comenzar a añadir el agua poco a poco, removiendo bien para evitar que se formen grumos. Recomiendo unas varillas.
Dejamos reposar la masa, que será totalmente líquida, en la nevera durante al menos 4 horas, mejor si es toda la noche, aunque no es imprescindible.




Pasado el tiempo de reposo, retiramos la espuma que ha podido formarse en la superficie y removemos bien. Añadimos entonces el chorro de aceite.

Vertemos la mezcla en un molde para horno bien engrasado. Yo elegí una cocotte baja por ser el hierro un excelente conductor del calor. Añadimos por encima la sal al gusto e introducimos en el horno precalentado a 200ºC, para cocer a 180ºC durante unos 20-25 minutos.



Veremos cómo poco a poco la masa se va deshidratando, hasta que apenas podemos ver el líquido.



Cuando la superficie adquiera un color dorado y veamos que ha cuajado por completo, sacamos del horno.



Para mí es ideal servirla con una cobertura de pesto.  Aunque puede simplemente aderezarse con sal gorda en su superficie y unas ramitas de romero, y servir como acompañamiento de embutidos, carnes...

Aquí os dejo una foto para que veáis cómo es el corte. ¡Parece imposible que algo tan sencillo pueda resultar tan rico! ¡Animaos a probarlo y dejad que los sabores de Italia inunden vuestra cocina y vuestra mesa!






domingo, 8 de septiembre de 2019

PIE/TARTA DE MORAS SILVESTRES Y ARÁNDANOS





¿Queréis una tarta que sorprenda a todos? Esta es una receta que no ha dejado indiferente a nadie. Porque una cosa es verla y otra muy diferente probar un bocado. Después de hornearla y comprobar su sabor, quise que todo el mundo la probase, aunque solo fuese un mordisco. Porque esa mezcla de sabores en la boca es espectacular. No exagero. Si siempre digo "no dejéis de hacer esta receta", lo de hoy supera toda expectativa. Es muy, muy sencilla y ya os digo que triunfaréis.
Mi padre me regaló un tupper con unas cuantas moras silvestres, de las de zarza. En mi nevera tenía además unos arándanos recién comprados, así que decidí mezclar. 


 Busqué recetas para hacer la mejor tarta...¡y creo que la encontré! Cogí un poquito de aquí, otro de allá... ¡Y el resultado es impresionante! Me cautivó la mezcla de especias, pero jamás pensé que unidas a la fruta conseguiría ese sabor tan especial.
La masa quebrada es una receta diferente a la que hacía normalmente. La extraje de un libro llamado "Gluten-free baking for the Holidays", uno de mis favoritos. Y no me defraudó. Sin duda será mi receta base a partir de ahora. Lo que observaréis es que me quedé corta. Estrenaba mi molde para quiches de Emile Henry y no pensé que fuese a necesitar tanta masa para rellenarlo. ¡La próxima me quedará perfecta!
Esta masa tiene la peculiaridad de que lleva una harina que no estamos muy acostumbrados a manejar en España, y es la harina de arroz glutinoso o arroz dulce. Pues no sé si será precisamente este ingediente el que hace tan especial esta masa, ¡el caso es que está buenísima!


INGREDIENTES:

Para la masa quebrada:
- 85g de harina de arroz integral
- 100g de harina de arroz blanco
- 80g de harina de arroz glutinoso o "dulce"
- 60g de fécula de mandioca
- 3g de goma xantana
- Una cucharada de azúcar blanco
- 1 pizca de sal
- 225g de mantequilla sin sal bien fría
- 1 cucharada de vinagre suave (de manzana, de sidra...)
- 3-6 cucharadas de agua muy fría

Para el relleno:
- 300g de moras silvestres, o mezcla de moras y arándanos
- 120g de azúcar
- 30g de almidón de maíz
- Ralladura de naranja al gusto
- 1 cucharada de zumo de limón
- 1/2 cucharadita de canela
- 1/4 de cucharadita de nuez moscada
- 1/4 de cucharadita de jengibre en polvo 


Además, necesitaremos más mantequilla, unos 50g más, que usaremos justo antes de introducir la tarta en el horno.

PREPARACIÓN:

Para preparar la masa, los pasos son los mismos que para cualquier masa quebrada.
Comenzamos mezclando las harinas, azúcar y mejorantes (ingedientes secos) con la mantequilla cortada en dados, que ya sabéis que debe estar bien fría. Podéis trabajarlo con las manos, yo para no calentar la masa preferí hacerlo en el robot. Observaréis que la mezcla adquiere una consistencia como de arena mojada.




Añadimos entonces el vinagre y seguimos removiendo.
Y por último, vamos añadiendo el agua muy fría a cucharadas, esperando para ver cómo es el resultado antes de añadir la siguiente cucharada. Para esta masa, en pleno agosto y en el interior, ambiente muy seco, yo añadí 3 cucharadas. Dejé de añadir cuando vi que la masa tenía este aspecto:



Como véis, se separaba perfectamente de las paredes, y tomó una consistencia suave.


Dividimos la masa en 2 partes iguales, y refrigeramos durante  30 minutos.
Mientras tanto, preparamos el relleno de la tarta. Mezclamos todos los ingredientes excepto la fruta en un bol. Cuando la mezcla sea homogénea, se lo añadimos a la fruta, removiendo con cuidado para no romperla. Reservamos. Ponemos el horno a precalentar a 200ºC.




 Pasado el tiempo de reposo, sacamos una de las bolas de masa del frigorífico. Engrasamos un molde para quiche. Podemos estirar la masa para forrar luego el molde o bien, más sencillo, colocar la bola sobre el molde y repartirla con los dedos. El resultado va a ser similar, pero con la segunda opción trabajaremos menos. Pinchamos varias veces la masa con un tenedor. Aquí es donde os digo que la masa se me quedó corta, porque debería haber llegado hasta arriba en el molde, para además haber hecho un borde bonito. Pero había congelado una de las bolas, así que ya no me quedaba más remedio que seguir adelante.
 


Ahora deberemos "hornear a ciegas". Ponemos un papel de horno sobre la masa y depositamos en él garbanzos hasta cubir su superficie.




Horneamos 15-20 minutos a 180ºC, lo suficiente para que luego la tarta no necesite tanto tiempo y la fruta no quede demasiado pasada. Sacamos del horno, retiramos el papel con cuidado y colocamos encima la mezcla de fruta. Por último repartimos por toda la superficie unos dados de mantequilla.



En este punto, podríamos sacar la otra bola de masa del frigorífico y elaborar una tapa, una rejilla, o la decoracion que deseemos. En mi caso preferí hacerla al estilo tradicional, con la fruta totalmente a la vista, y por eso congelé directamente una de las bolas tras hacerlas.
Horneamos a 180ºC otros 20-30 min, vigilando de vez en cuando. Si hacemos una tarta cubierta, necesitará 10-15 minutos más de cocción.
Veremos que la masa se dora levemente y comienza a despegarse de las paredes del molde. Cuando esto ocurra, sacamos la bandeja del horno y dejamos enfriar.


Para mi gusto, este pie está estupendo templado. De hecho, aunque lo conservé en el frigorífico, siempre le daba un pequeño toque de microondas a las porciones. Creo que se saborea mejor.

Puede que no sea la tarta más bonita que hayáis visto, pero quizá sí la más rica que habéis probado.

Si os animáis a hacerla, ¡contadme! Me encantará saber cuáles son vuestras impresiones. ¡Nos vemos pronto!