El jardín de las celicias

El jardín de las celicias
Con todas estas recetas intento que la infancia de mis hijas, especialmente la de Almudena, sea un poquito más feliz.

sábado, 7 de diciembre de 2019

BRIOCHE DE MASCARPONE


En el grupo de Facebook de Claudia & Julia, una tienda de artículos de cocina que sigo desde hace varios años (y que recomiendo sin dudarlo), se hizo muy popular esta receta. Me atrevería a decir que decenas de personas la han probado con éxito. Pero, ¿qué pasaría si la desglutinizáramos? Asumí el riesgo y me dispuse a hacerlo. La receta original es de Beatriz, de "To Be Gourmet".

Compré este horno en la "semana de la repostería" de la tienda, pero llegó hecho añicos. ¡Qué dolor de corazón verlo así!


Después de varias peripecias y disgustos para la tienda (y para mí, porque era una ofertaza), me devolvieron el dinero sin ningún problema, la verdad es que se portaron genial ante todas las adversidades. Hace unos días mi marido se presentó con el molde bajo el brazo, sin más explicaciones. ¡Y enseguida quise estrenarlo!
Tengo en este blog una receta de brioche en panificadora que queda delicioso, y que repito mucho en casa. 
Pero éste de queso mascarpone era una receta muy diferente. Aún así, me atreví a probarlo y el resultado es absolutamente espectacular.

 INGREDIENTES:

- 500 g mix Farmo comercial o casero*
- 220 g de leche
- 80 g azúcar
- 8 g levadura seca masas dulces
- 250 g queso mascarpone
- 2 huevos y uno más para pintar al final
- una pizca de sal


* El mix Farmo Fibre para pan y pizza, vendido en Lidl (bolsa naranja), fue conseguido por Marisa Famalap, de "Cocina fácil sin gluten". Gracias a sus cálculos pudo crear la mezcla de ingredientes para conseguirlo en casa. Ahora forma parte del surtido de este supermercado, pero pudimos disfrutarlo en casa aún cuando en Lidl se terminaron las existencias y no repusieron durante meses. Os dejo los ingredientes por si queréis hacerlo en casa. Yo solo uso el casero.
Para 100g de mix:
- 50g de almidón de trigo sin gluten
- 35g de almidón de maíz 
- 6g de leche desnatada en polvo
- 1g de azúcar
- 2g de Psyllium
- 2g de inulina
- 1g de HPMC
- 1g de goma guar
- 2g de levadura química


 ELABORACIÓN:  

Mezclamos la levadura y la leche, hasta que haga espuma.
Batimos el queso con el azúcar, la sal y el huevo. Añadimos mezcla de leche y levadura. A continuación,  vamos añadiendo la harina poco a poco, poniendo en el robot el gancho de amasar. Habrá que amasar durante 10-15 minutos, hasta que la masa quede lisa y suave. Es fácil ver cuándo está lista (lo siento, no me di cuenta de hacerle foto esta vez).
Dejamos reposar la masa cubierta con un paño húmedo, en el lugar más cálido de la casa, alejado de las corrientes de aire. Esperamos hasta que doble su volumen. Os pongo a modo orientativo que tarda más o menos un par de horas. Esperad con paciencia hasta que el proceso esté completo, porque el sabor deriva de que la fermentación se lleve a cabo correctamente. Un brioche sin un buen levado sabe a harina cruda.
Sacamos la masa, la desgasificamos apretando con los puños y amasamos ligeramente. Vais a ver que se maneja bastante bien. Dividimos en 8 porciones del mismo tamaño aproximadamente y formamos bolas. Mis bolas pesaban unos135g cada una. Engrasamos el molde y las colocamos sobre los huecos.


Este horno no es imprescindible para la receta. Mi amiga Daniela quiso hacerlo al ver la foto en mi estado de Whatsapp y utilizó un molde desmontable para bizcochos, de los más normales. Hizo la receta original, con harina de trigo. Puso 7 bolas alrededor y una última en el centro. El resultado, como véis, fue espectacular (más que el mio).


Con esto quiero decir que no os tiene que frenar el hecho de no tener el horno. A mí me encantan los cacharritos, y hay recetas que no se pueden hacer sin ellos, pero en este caso no es imprescindible.
Dejamos que las bolas doblen su volumen, cubiertas con un paño húmedo.


¡Ya casi está! Sólo nos queda pintar las bolas con huevo batido y ponerle nuestra decoración preferida. Yo quise ponerle azúcar perlado, y le dio un toque estupendo.


Ponemos la tapa al molde e introducimos en el horno que habremos precalentado a máxima temperatura. Se hornea en la rejilla, a media altura, con calor arriba y abajo. Si no tenéis el molde cerámico, deberéis precalentar el horno junto con una bandeja con agua en la parte inferior, para que el brioche se hornee con un poco de vapor.
Horneamos unos 25 minutos, tras lo cual apagamos el horno y extraemos ligeramente la rejilla para que el molde asome un poco y se enfríe poco a poco, y no note de forma brusca los cambios de temperatura. Lo mismo si se ha horneado en molde normal.


Abrimos la tapa y esperamos que se temple un poco para desmoldarlo. A continuación, dejamos enfriar sobre una rejilla.





 ¡A disfrutarlo! ¡Os aseguro que es un bocado delicioso!
 

PANETTONE AL CIOCCOLATO GIANDUIA


¡Navidad, Navidad, dulce Navidad...!

La mejor época del año está cerca. Y como todo a repostero que se precie, a mí me encanta preparar cada dulce típico uno y otro año.

Los supermercados se llenan de cientos de productos, muchos de ellos clásicos, pero otros novedosos (y todos ellos con gluten, claro).
Este año, en un día de compra en Ahorramas en el mes de octubre, descubrimos un panettone gianduia. 






Mi hija Almudena se quedó prendada de él, mirándolo con cara de tristeza, sabiendo que no podría probarlo. La gianduia era su sabor favorito de helado en las Heladerías Grom italianas, esas que son 100% sin gluten. Supongo que su mente voló por un instante hacia ese sabor tantas veces disfrutado en verano.
Así que le hice una foto para no olvidarme de que estas Navidades tenía que intentar imitarlo, aún pensando que podría ser imposible. ¿Imposible? Imposible solo es lo que no se intenta.

Así que me puse manos a la obra en la tarea de documentación. Pensé en elaborar mi panettone clásico y luego "inyectarle" la crema gianduia. Pero luego pensé que podría quedar aún mejor incorporando la crema en su interior, como una parte más de la masa. Y fue todo un acierto. 

Para la elaboracion de la crema, no dudé que una de las mejores recetas sería la del maestro Paco Torreblanca. Y tiré de mi libro "La cocina dulce de Paco Torreblanca", ese ejemplar que él mismo me firmó en uno de sus cursos, los que gané en un sorteo de Facebook.

Los maestros expertos en Panettone (en España, por ejemplo, Paco Torreblanca precisamente), sobre todo italianos, hablan de "arte" a la hora de elaborarlo. Creo firmemente que es así. Es un proceso muyyyyy largo, que requiere de mucho cuidado y paciencia. El que traigo hoy lleva su tiempo pero, sin poderse comparar con los de los maestros expertos en el tema, queda muy, muy rico.

Bueno, y sin más dilación, paso a contaros la receta, con la esperanza de que a alguien más pueda servirle. La cara de mi hija al verlo, y sobre todo al probarlo, me demostró que todo el esfuerzo había merecido la pena. Os recomiendo leer bien la receta de principio a fin antes de hacerla, para que os hagáis una idea de las elaboraciones y los tiempos que se necesitan.

INGREDIENTES: 

*Para la crema gianduia:

- 125 g de avellanas tostadas
- 125 g de azúcar glas
- 25g de leche en polvo

- 300g de chocolate con leche para fundir

*Para la masa de arranque:

- 100g de almidón de trigo (o maíz)
- 140g de leche
- 20g de levadura seca para masas dulces (en su defecto de la normal de panadería, pero los tiempos serán más largos)

*Para la masa final (un panettone de 1 Kg aprox, o dos de medio Kg, según los moldes que tengáis en casa)

- 400g de almidón de trigo (etiquetado sin gluten) o maíz
- 180g de azúcar
- 140g de mantequilla fría
- 3 huevos y una yema
- 10g de inulina (o Psyllium)
- 15g de goma xantana
- 10g de levadura química
- 30g de ron (uso un licor de Ron Miel de Mercadona)
- 5g de sal
- 75g de pepitas de chocolate


 ELABORACIÓN:

En primer lugar elaboraremos el prefermento. Mezclamos la leche con la levadura seca y batimos hasta que espume. Cuando esto ocurra, añadimos el almidón y removemos bien hasta que no haya grumos. Tapamos con film transparente (como siempre digo, los gorros de ducha van fenomenal), y dejamos reposar, bien a temperatura ambiente durante unas 5-6h, o bien en nevera durante 12h ( o toda la noche). Al finalizar el tiempo de levado, veremos que hay muchas burbujas en la superficie. Eso es indicativo de que la fermentación se ha producido debidamente.




Es el momento de elaborar la crema gianduia, para tenerla lista a la hora de integrarla en la masa. 
Para ello, lo primero que hay que elaborar es un praliné de avellana. Trituramos las avellanas en un robot de cocina o picadora a máxima velocidad. Cuando estén picadas, removemos a baja velocidad (más o menos vel.3), para que el aceite presente en este fruto seco se libere y se forme una pasta, durante aproximadamente 5 minutos. Añadimos entonces el azúcar glas y la leche en polvo y removemos hasta que esté todo homogéneo. Yo hice el doble de receta, tal y como venía en el libro, porque quería que me sobrase para guardar una parte.





Sacamos del robot de cocina y, sin necesidad de lavar el vaso, ponemos a fundir el chocolate. Hasta hace poco lo hacía siempre al baño maría, pero desde que tengo el robot de Lidl, me encanta hacerlo ahí. Tiene una receta predeterminada para fundir el chocolate. Primero lo pica y luego lo calienta. El resultado es muy bueno,y te olvidas de remover. Hacedlo según aquello de lo que dispongáis en la cocina ;) 
Cuando esté fundido, añadimos 200g de la crema de praliné (os sobrará un poquito, no pasa nada si lo añadís todo, pero yo os cuento la receta tal cual es).
Removemos hasta que esté homogéneo... ¡y lista nuestra crema gianduia! ¡Probadla, ya veréis...!




¡Es el momento de elaborar la masa!

Mezclamos en un bol la harina junto con el Psyllium, la goma xantana y la levadura química. Reservamos.

Comenzamos con nuestra masa de arranque, a la que le añadiremos los tres huevos y la yema.
Añadimos a continuación la mantequilla en dados, y luego el azúcar, la sal y el ron. Por último, añadiremos la harina.

En este punto, será necesario un tiempo de amasado de unos 10 minutos. No tengáis prisa. Si tenéis robot amasador, estupendo. Si no, podéis amasar a mano durante 5 minutos dejando la masa reposar durante media hora, repitiendo el proceso dos veces. Igual que se dice que en las masas con gluten, "el reposo amasa", ocurre lo mismo en las masas sin gluten, puesto que el psyllium y la xantana harán una función parecida. 

La masa al final deberá tener un aspecto suave, liso y elástico. Es un deleite observarla. Cuando veamos que está así, será el momento de añadir la crema gianduia. Aquí llegaba mi gran duda... ¿cuánta crema le ponía? Así que fui probando: primero 100g, luego otros 100...y finalmente decidí que con 300g era suficiente. Tras probarlo me di cuenta de que no me equivocaba. Es la cantidad justa para que tenga un intenso sabor sin perder la consistencia de la masa.





Y vuelta a remover. Como véis, dejé en el bol el gancho amasador porque tenía que seguir batiendo.
Serán necesarios otros 7-10 minutos de amasado después de añadir la crema.





El color que toma la masa es una maravilla, y el olor... ¡mmmm!

Es el momento de terminar de amasar a mano y añadir las pepitas de chocolate. Para ello, ponemos aceite en la superficie donde amasaremos y comenzamos a trabajar la masa.


Espero que perdonéis la mala calidad de las fotos, me las hizo Almudena mientras yo amasaba. Cogemos los extremos de la masa con las dos manos y tiramos hacia arriba.






A continuación, le damos la vuelta en un giro de muñecas y la dejamos caer sobre la parte de masa que reposa en la mesa.








Le damos una vuelta de 90º.




Y repetimos el proceso. En esa foto la estoy sujetando para darle la vuelta, disparó antes de tiempo ;O

















A continuación, extendemos en forma de rectángulo para poder añadir las pepitas de chocolate.





Y las repartimos por toda la superficie.





Doblamos la masa por la mitad.





Y luego hacia el otro lado.




 Y a continuación boleamos la masa.




Boleamos y boleamos hasta que veamos que  las pepitas están bien integradas.

En mi caso, los moldes que tengo son de 1/2 Kg. Así que separé la masa en dos partes y congelé una. La otra, la introduje en el mode, con la parte "fea" hacia abajo.








Tapamos con film transparente y dejamos levar hasta que la masa leve alcanzando 2 veces y media su volumen inicial, o lo que es lo mismo, hasta que llegue al borde.

Aquí vino mi principal complicación. No lo conseguí. Por más que he repasado, no sé dónde está el error. Después de dejarlo varias horas y ver que apenas había subido un poquito, decidí meterlo al horno apagado con una cacerola en la que había hervido 1 litro de agua. Tampoco funcionó. Subió un poquito más, eso sí, pero ni siquiera se acercó al borde. 

Pensé que nos comeríamos el panettone como quedase, y aunque me daba rabia, me decidí a seguir con la receta y hornearlo, aunque no quedase esponjoso. Ya sabéis el precio de las harinas y demás ingredientes que se utilizan para la panificación sin gluten, y no podía tirarlo.
Así que puse el horno a precalentar a máxima temperatura, poniendo en la base una pesa de 5 kg, recomendación de Juan Carlos de El Espíritu del Bosque.
Cuando casi estaba listo, le hice una cruz a la masa en su superficie, no muy profunda.





Y cuando la lucecita se apagó, introduje el mode en la rejilla, en la segunda posición empezando por abajo, y eché medio vaso de agua sobre la pesa cerrando rápidamente la puerta. Bajé enseguida la temperatura a 150ºC, y esperé. Y el milagro se hizo. 

A los pocos minutos, el panettone comenzó a crecer. No un poquito, sino una barbaridad. La greña comenzó a abrirse y de su interior comenzó a emerger la masa. Me daban ganas de llorar. No podía apartarme del horno, era hipnótico ver cómo el panettone subía y subía.




Llegó al borde y siguió subiendo, mientras yo rezaba porque se mantuviese ahí y no volviese a bajar.
Tras 40 minutos a 150ºC, abrí el horno.





Y aunque parecía que estaba listo, al pinchar descubrí que en su interior la masa aún estaba cruda. Volví a introducirlo tapando su superficie con papel de aluminio para que no se dorase en exceso y subí la temperatura a 170ºC.
Fui comprobando la cocción y en total se horneó 15-20 minutos más. 
Comprendí que la baja temperatura fue vital para que la levadura no muriese al principio y le diese tiempo a levar como lo hizo, pero luego necesitó más calor y tiempo para hornearse bien por dentro.

Nada más sacar del horno, hay que atravesar la base con unos palos largos para poder colgarlo boca abajo (los de brocheta o pinchos son ideales). ¡Cuidado al manipular! ¡Utilizad guantes de cocina!

Como nos teníamos que ir a comer a una celebración familiar, tuve que improvisar un lugar donde poderlo enfriar boca abajo en el coche. ¡Y funcionó!




Debe estar boca abajo hasta que esté completamente frío, de lo contrario se bajará al darle la vuelta y no quedará tan esponjoso, una seña de identidad de este dulce.

Cuando se le da la vuelta y se descubre lo que se ha logrado, la satisfacción es total. 

Os animo a que lo hagáis, el sabor es increíble, y la textura, muy similar a la original, ¡ya lo veréis!
Se conserva muy bien en una caja o en una bolsa de plástico. Su modo de elaboración, al ser una masa tan fermentada, hace que se conserve tierno durante más de una semana.





¡Pronto vendré con nuevas recetas, en Navidad tendré algunos días libres y sin duda dedicaré varios a la cocina! ¡Haced este panettone y me contáis!





¡Hasta la próxima!



sábado, 26 de octubre de 2019

BUÑUELOS DE CALABAZA


Con la llegada del otoño, se apetece mucho meterse en la cocina. Encender el horno es incluso agradable. Sobre todo en los días en los que llueve, es un placer meterse a la cocina y preparar algo rico que degustar frente a un buen café o té.
La repostería española es una fuente inagotable de posibilidades. Estos buñuelos son típicamente valencianos, aunque allí es más frecuente realizarlos en la festividad de San José y las fallas.
En muchos otros lugares se acostumbra a elaborarlos alrededor del 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos. A mí me ha parecido muy propio puesto que las calabazas están ahora en su mejor época, y en muchas despensas hay excedente.
Yo los he realizado con una buñolera, pero no es imprescindible. Podéis hacerlos simplemente con una cuchara y quedarán redonditos, como estos otros buñuelos de naranja que en su día subí al blog. He querido hacerlos con buñolera porque la última vez que los comí tenían esta forma de rosquilla, y me pareció muy propia. Es un instrumento que se vende en ferreterías y que ronda los 5 euros, algo menos de 10 euros si es doble. Si tenéis pensado hacer muchos, os recomiendo la doble.
Espero que os gusten tanto como a nosotros. Eso sí, tened en cuenta que estos dulces son como los churros, deben comerse recién hechos porque para el día siguiente habrán absorbido todo el aceite y no tendrán nada que ver.
La receta es de la web "postres sin gluten", aunque modifiqué un poquito la cantidad de levadura química, además de coger el agua de la de la cocción de la calabaza, para intensificar el sabor. También he de deciros que la receta original se hace con levadura de panadería y un consiguiente levado de 30-40 minutos. Yo quise hacer la forma más rápida, cuando pruebe la otra os cuento. Desde luego que así están deliciosos y son más rápidos, y a veces es el tiempo precisamente el que nos falta para hacer más a menudo algunas recetas.


INGREDIENTES: 

 -75g de harina de arroz
- 40g de fécula de patata
- 35g de almidón de tapioca
- 300g de puré de calabaza
- 1 cucharadita de levadura química tipo royal
-  puntita de cuchillo de goma xantana
- 1 pizca de sal
- 2 huevos
- 25g de azúcar y más para espolvorear
- 125ml del agua de cocer la calabaza, templada
- la ralladura de una naranja.

ELABORACIÓN: 

Para conseguir los 300g del puré de calabaza necesitaréis una calabaza de 350-400g. Tras pelarla y trocearla, ponedla a cocer en un poco de agua. Se hará enseguida, no necesitará más de 10-15 minutos. A continuación la separaremos del agua y la aplastaremos con un tenedor. Cuanta menos agua tenga, mejor.




Lo ideal es colocarlo en un colador y dejarlo escurrir hasta que se vaya a utilizar. De momento lo reservamos.

Separamos las yemas de las claras y montamos estas últimas a punto de nieve junto con la pizca de sal. Reservamos.
Tamizamos las harinas y mezclamos junto con el azúcar, la levadura, la goma xantana y la ralladura de naranja.
Añadimos entonces las yemas de los huevos y el agua de la cocción de la calabaza.
Ponemos también el puré y batimos con una túrmix, de manera que no quede ningún grumo.




Por último, añadimos las claras montadas, integrándolas como siempre con movimientos envolventes, procurando que pierdan el menor aire posible. Esto le dará a nuestros buñuelos una mayor esponjosidad.
La masa final debe tener un aspecto más o menos así:




Es el momento de poner a calentar al fuego una sartén profunda, mejor si es un cazo o cacerola, con aceite de oliva suave o aceite de girasol. El aceite debe estar caliente pero no humear, pues de lo contrario se tostarán mucho en su superficie pero quedarán crudos por dentro.
Si no tenemos buñolera, comenzaremos a echar cucharadas de masa en la sartén, y les daremos la vuelta cuando estén doradas.
Si vamos a utilizar la buñolera, la introducimos en el aceite para que se caliente.


A continuación, llenaremos de masa la cavidad o cavidades (en mi caso es doble).




Y la volveremos a introducir en el aceite.


El utensilio deberá tocar el fondo. De este modo, veremos cómo a los pocos segundos los buñuelos se habrán despegado de la buñolera y migrarán hacia la superficie del aceite.




Retiramos entonces la buñolera y dejaremos que los buñuelos se doren, para a continuación darles la vuelta.




Sacaremos los buñuelos cuando estén dorados y los pondremos a escurrir sobre papel de cocina.




Volveremos a calentar la buñolera en el aceite durante unos segundos y repetiremos la misma operación hasta que se termine la masa.

Por último, rebozamos nuestros buñuelos en azúcar, o bien en una mezcla de azúcar y canela.
¡Estarán deliciosos de cualquier manera!




No podéis dejar de probarlos. Son un bocado delicioso, que gusta a todo el mundo. Aunque en las fotos parecen rosquillas, ¡nada que ver! Son unos bollitos realmente tiernos, con un interior que se deshace en la boca. ¡Un placer para el paladar!




¡Nos vemos en la próxima! ¡Ya os aviso que será otra receta de la repostería tradicional española!


miércoles, 23 de octubre de 2019

BIZCOCHO 1,2,3 ó BIZCOCHO DE YOGUR





¡1,2,3...ya!

Eso es lo que se tarda en hacer este bizcocho clásico. De todo el blog, la receta que más veces he hecho en mi vida. Sobre mi encimera siempre hay una elaboración para el desayuno: magdalenas, galletas, sobaos... Pero el bizcocho 1,2,3 es el que más tiempo adorna mi cocina. Es sin duda nuestro bizcocho de cabecera.

Es una receta muy, muy versátil, que admite tantas variaciones como personas la realicen.
El sabor del yogur será el predominante en el bizcocho, digamos que muy predomintante. Así que si lo queréis aromatizar con otros sabores, optad por un yogur natural o griego, que no aporta ningún sabor. Hace unos días lo hice con cuajada sin azúcar y también lo admite. Yo le pongo siempre una cucharada de jengibre molido, porque nos encanta el sabor que da. Os sugiero canela, vainillla, ralladura de algún cítrico... Podéis añadirle frutos secos como nueces, avellanas, pistachos, anacardos... Pero para ellos os sugiero que pongáis una medida más de harina, pues de lo contrario se irán al fondo.

La receta se llama 1,2,3 por lo fácil que resulta recordarla: 1 de aceite, dos de azúcar, 3 de harina y 3 huevos, además del ya sabido yogur y la levadura. Hasta mi hija de 10 años se sabe la receta, y la lleva a cabo muy a menudo.
Pero, aunque parece que todo el mundo conoce esta receta porque es muy antigua (es la que mi madre hacía siempre cuando yo era pequeña), más conocido quizá como "bizcocho de yogur",  a veces cuesta recordar precisamente las variaciones que hay que hacer para traducirla al lenguaje sin gluten. Por ello hoy he decidido publicarla, después de que alguien preguntase por ella en nuestro grupo de Whatsapp "Cocinillas sin gluten".

INGREDIENTES:  

- 1 yogur
- 1 medida de yogur de aceite (queda mejor con 1/2 ó 3/4)
- 2 medidas de yogur de azúcar 
- 3 medidas de yogur de harina (proporción estándar para la repostería sin gluten, 2/3 de harina de arroz y 1/3 de almidón de maíz). En nuestro caso sería:
            • 2 medidas de harina de arroz
            • 1 medida de almidón de maíz 
- 3 huevos
- 1 sobre de levadura química o 1 y 1/2 cucharadas.
- 1 cucharadita de Psyllium (prescindible pero ayuda a que se mantenga más esponjoso)
- 1 puntita de cuchillo de goma Xantana (prescindible, pero ayuda a que no se desmigue en exceso)
- 1 cucharada de jengibre molido (opcional)


ELABORACIÓN: 


No hay elaboración. Simplemente mezclar todos los ingredientes, en el orden 1,2,3 y batir.









La masa quedará bastante líquida, no os preocupéis, es así.



Hace años se creía que esta masa no era adecuada para los moldes de Bundt, al ser éstos de masas más consistentes, pero se ha demostrado lo contrario. Yo uso mis moldes Nordic Ware y quedan perfectos.

No necesita reposo, ¡no necesita nada más! Solo engrasar un molde y echar en él la masa. El horno debe estar precalentado a 200ºC, y lo bajaremos a 180ºC cuando introduzcamos el molde, con calor arriba y abajo. Depende del molde y del horno, estará listo en 30-40  minutos. Es muy probable que debáis tapar su superficie pasados 15-20 minutos para que no se tueste en exceso. No os recomiendo abrir el horno antes de ese tiempo mínimo o cortaréis la reacción química del impulsor y el bizcocho se hundirá. ¡Y da una rabia...!

El aroma que desprende inundará toda la casa... ¡y el barrio entero!

Es importante que se deje enfriar sobre una rejilla para que no se humedezca. Este bizcocho crece bastante, no llenéis más de 3/4 partes del molde o se rebosará. Y otra cosa, para los moldes bundt de 9 tazas no es  suficiente, necesitaréis una masa y media.


La esponjosidad es su seña de identidad. En mi trabajo siguen alucinando cada vez que lo llevo porque no terminan de creer que sea sin gluten. ¡Y es que está riquísimo!


Si nunca lo habéis hecho, ¡no esperéis más!